"Todos vivimos nuestro propio cuento, que es la vida".

miércoles, 4 de marzo de 2015

Un latir de mármol.

Se dedicaba a esculpir corazones. Su colección era diversa y nunca le faltaban compradores.

Los había grandes, medianos, pequeños... todos esculpidos en mármol lacado, con un aspecto bastante realista.
Eran muchos los que se acercaban a ver sus obras maestras y la mayoría de ellos, iban en busca de uno perfecto que se pareciese al que antes les pertenecía y un día les habían robado.

©ElenaMansilla2014
Le llovía el éxito desde que decidió dedicarse a esta profesión, pues el infortunio era algo que estaba siempre a la orden del día. Muchos eran los que inocentemente, perdían el suyo y tenían que recurrir a comprarse otro artificial.

Sin embargo el escultor, que llevaba muchos años en la profesión y había vivido bastante, sabía que el suyo tenía que conservarlo. Por eso lo guardaba como oro en paño, era único, su reliquia más preciada.
Era consciente de que ni su mejor obra podría sustituir los latidos del suyo, la pasión que este desprendía al querer; el frenesí que despertaba en él cada día.

Un corazón no sólo se encarga de llevar sangre a todas las partes del cuerpo. Lleva implícito la alegría, el miedo, el nervio, el llanto, la risa, la esperanza, los sueños, la tristeza y la valentía. Puede albergar un amor grande en un espacio reducido. El corazón le hacía vivir y eso no lo podía perder como habían hecho sus habituales clientes.

2 comentarios:

  1. wow me fascinó! Escribes genial!!
    Espero no tener que ir jamás a visitar al escultor :P

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    1. Muchas gracias Mikel, me alegra saber que te gusta lo que escribo, esto me anima a seguir haciéndolo. Lo hago con mucho cariño para que vosotros lo disfrutéis :)

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